viernes, 16 de marzo de 2007
Que fantástico fue ayer, una experiencia única y registrada en mi aparato mnémico, vivida en las hojas de mi respirar en esta tierra.
Lo que más me acuerdo es como la mano buscaba la estación correcta dentro del solitario cuarto de desperdicios. Hasta que encontraba la melodía que tanto se le escabullía.
Lindo, realmente fue lindo.
Lo más bello, fue el cielo que acompañó al espectáculo, un cielo rojo morado, con la mitad de estrellas sólo calificadas para estar viendo el desparramo de emociones y sentimien-pensamientos que chorrabean de los huesos y glándulas de los asistentes. La otra mitad del cielo con las espumas y burbujas de los vientos que acompañaron al personaje de gris cabellera.
Fuimos muchos, o no tantos, los que estando allí mismo no fuimos más asistentes por algunos instantes y nos desprendimos al espacio, a soñar con nuestros deseos alguna vez sentidos y precavidamente magullados por la triste realidad,. Nuestras evocaciones que provocan esas notas y esos registros en nuestras almas, afectándonos quedarán grabdos dentro de los momentos especiales que hemos pasado alguna vez.
Eso es para mi Pink Floyd y la música de Waters... mi música.
Eso y el chanchito gigante que se fue volando... el mismo que debió llevarse a algunos en su itinerario hacia el cosmos...
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